Semblanza

Juan Cruz Reyes nació en la Ciudad de México y es considerado uno de los escultores mexicanos más representativos del siglo XX. Su trabajo en el Instituto de Investigaciones Etnográficas, hoy Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, le aportó los elementos formales para el abordaje estético en su obra, el cual reforzó cuando ganó la beca Guggenheim para realizar su proyecto Estudio de la Escultura Pre-hispánica.

Colaboró con Guillermo Ruiz en diversas obras en el estado de Michoacán, comisionadas por Lázaro Cárdenas, como el monumento a José María Morelos en la isla de Janitzio y la escultura consagrada a Gertrudis Bocanegra, en Pátzcuaro. En 1940 comenzó una amplia colaboración docente a lado de Francisco Zúñiga en el Taller de Maquetas y Proyectos Monumentales de la Escuela de Escultura y Talla Directa. También ejecutó esculturas de grandes dimensiones para diversas instituciones mexicanas. Falleció en la ciudad de México en 1991.

Obra

Bronces en la Escuela Mexicana de Escultura

Una de las características que permiten agrupar a los maestros fundadores de la Escuela Mexicana de Escultura es la de haber sido partícipes, prácticamente de una misma generación. Casos extremos son Mardonio Magaña y Juan Cruz Reyes; no obstante, sus coincidencias de carácter formal y/o conceptual acaban por integrarlos totalmente al grupo.

Al igual que sus contemporáneos, se ve directamente involucrado en el mundo rural al incorporarse a la Universidad Nacional prestando su servicio social en el Valle del Mezquital, donde realizó investigaciones de carácter antropológico documental sobre la cultura otomí. El estrecho contacto entablado con los grupos indígenas marcó definitivamente su producción artística.

Podemos afirmar tres etapas en la producción artística de Juan Cruz. 

La primera, dentro del sistema tradicional de modelado y la copia, la segunda transcurrió durante la época de la exaltación nacionalista, donde la riqueza de la forma y el rescate de la terracota hacen que sus obras hayan sido no únicamente novedosas -- en su intención de revindicar la cerámica como material artístico y no únicamente como artesanía-- sino memorables, y la tercera, en donde sus cánones estéticos se liberan y su producción se diversifica, tanto en materiales, como en formas y temas, antepone la emotividad y la carga conceptual. 

Al igual que Ortiz Monasterio, al haber superado la monotonía formal, Juan Cruz Reyes abrió nuevas posibilidades para la escultura mexicana, posibilidades transmitidas en la cátedra a las nuevas generaciones.